El apego es una teoría bien estudiada y fundamentada, basada en la tendencia natural del ser humano a crear vínculos afectivos con sus personas más significativas, esto fue estudiado de manera principal por John Bowlby en la década de los 60.
Es algo que podemos ver en escenarios tan cotidianos, como a un niño llorar el primer día de escuela, al separarse por primera vez de su madre, o la búsqueda desesperada de un bebé al no observar a su madre cerca y ser sostenido por los brazos de alguien que no es su figura de cuidados principal y al observar la evidente satisfacción, cuando su madre vuelve para tenerle cerca.
Sin necesidad de ser un experto en esta teoría, todos sabemos y de alguna manera somos testigos de cómo esa conexión perdura hasta la adultez o incluso la muerte de esa figura de apego, y esto que parece ser tan básico es la base y los cimientos de la teoría del apego.
Aclaración importante sobre el apego
Antes de comenzar a hablar de manera más detallada acerca de las funciones de esta teoría en nuestra vida, me gustaría comenzar por aclarar lo que es un figura de apego; el concepto, se refiere a la persona más significativa con la que una persona o individuo se vincula, y que durante nuestras experiencias tempranas suele ser nuestra madre, sin embargo no es exclusivo de mamá, puesto que principalmente se trata de la persona que proporciona y garantiza los cuidados del bebé o niño.
Incluso aunque estos cuidados pueden no ser los óptimos, pueden sí ser los únicos que existan y esto automáticamente convierte a ese cuidador en la figura de apego principal.
Puede ser que tengamos varias personas en esa lista, pero generalmente existe una distribución jerárquica y hay una figura que suele destacar más que las demás, aunque sea solo un poco y generalmente está asociado a la cercanía y vínculo que existe con esa figura.
Esta figura puede ir variando a lo largo de nuestra vida, según la etapa en la que nos encontremos.
Principios básicos de la teoría del apego
1. Es un fenómeno biológico y universal
Todos los seres humanos nacemos con la predisposición al apego, independientemente de la cultura, raza, o región geográfica a la que pertenezcamos, ciertas características en función al apego y los vínculos pueden observarse de manera universal, viéndonos afectados tanto positiva como negativamente por esos vínculos establecidos.
No hay ser humano que no lo necesite al menos de manera muy clara, al inicio de la vida y etapas tempranas.
2. Prevalece durante todo nuestro ciclo vital
Es decir va de la cuna a la sepultura, si bien va variando de manera conductual, es decir evoluciona a aspectos más internos que externos y puede ser más difícil de observar, como en el caso de los niños pequeños, pero esto no significa que deje de estar presente.
La figura de apego también puede ir cambiando, al ir ajustando nuestras necesidades a las distintas etapas de vida en las que nos encontramos.
La idea de que es algo puramente de la infancia, es en definitiva un mito desde esta perspectiva. Es decir, en la infancia nuestra figura principal de apego pueden ser nuestros padres pero en la edad adulta cambia a ser nuestra pareja.
3. Posee elementos internos como externos
Algunos de estos elementos son difíciles de observar ya que corresponden a experiencias emocionales e incluso somáticas, principalmente en el apego adulto. Posee más características observables a partir de los ocho meses de vida hasta los tres años, y poco a poco esto va cambiando, hasta los seis años de edad. Al ser más características internas las que prevalecen y menos observables.
Un ejemplo muy notorio, son los adolescentes, donde la expresión de esta necesidad cambia a diferencia de cuando eran más pequeños.
Esto no quiere decir que no existan conductas determinadas en las que pueda expresarse, sino que es más probable que no lo haga, ya que podemos usar otras partes y elementos de nuestros cerebro más evolucionado como la imaginación y los pensamientos para lograr regular nuestro sistema de apego. (Bárez, 2022)
4. Guarda una gran relación con otros sistemas de motivación
Existen otros tipos de sistemas básicos que cumplen una función principal de supervivencia; como el sistema sexual, el sistema de defensa, el sistema de exploración, de regulación de la energía, afiliativo, de reconocimiento y de significado.
Todos estos sistemas sirven como motivaciones básicas que a través de diferentes conductas innatas y otras aprendidas buscan alcanzar la adaptación. Algunos de estos sistemas son complementarios; es decir, se activan juntos y otros se inhiben de manera recíproca, de tal manera, cuando uno se activa el otro se desactiva.
Por ejemplo, el sistema de apego y el sistema de defensa pueden ser complementarios, puede ser que si nos sentimos amenazados o en peligro, nuestro sistema de defensa se active y al mismo tiempo busquemos protección en alguien cercano (una figura de apego), activando de manera simultánea nuestro sistema de apego.
Por el contrario, desactivando nuestro sistema de apego, es decir desactivando la búsqueda de protección y seguridad podemos activar nuestro sistema de exploración, al sentirnos en calma y animarnos a tomar un viaje o realizar alguna actividad nueva.
5. Su función principal es la búsqueda de seguridad y protección
El ser humano es naturalmente social y dependiente en muchos sentidos, es por ello que este sistema tiene como raíz principal la búsqueda de seguridad. Las relaciones y los vínculos, pertenecer a una familia, tener una manada, antropológicamente hablando nos da protección ante las posibles amenazas, el otro, nos ayuda para la defensa y la regulación emocional, es decir nos da calma sentirnos acompañados; y aunque a veces se use el concepto de apego para hablar de cosas como el amor o la dependencia, teóricamente hablando, “el apego” hace referencia a la tendencia a buscar la protección de los otros por medio de nuestros vínculos y el “sistema de apego” se refiere a la serie de conductas disponibles que nos ayudan a lograr ese objetivo, algunas de ellas pueden ser innatas como llorar, levantar los brazos, hacer ruidos, etc. Es decir aquellas que se de manera regular, llamarían la atención de la madre o el cuidador para acudir al bebé.
Con el tiempo y conforme crecemos están conductas van tornándose más complejas y ponemos en acción, el aprendizaje por prueba y error, así durante nuestra infancia iremos aprendiendo y generando un repertorio de conductas o acciones que nos ayuden a obtener cierta cercanía ya sea física o emocional o al menos no una distancia total de nuestra figura de apego.
Bibliografía
Bárez, N. (2022). Psicoterapia Integradora trauma y Apego. Madrid: Psicointegradora ediciones.